ASÍ FUI YO

RARA AVIS - Crónica de la evolución de la demencia de un ente que no quiere reconocerse como ser humano, ya que su misantropía y sentimiento de ser ajena a ellos la supera. ¿Quién saldrá victoriosa de esta tortuosa disputa por el control de la vida de la pobre joven? ¿La hipócrita que el mundo se merece o la sincera? ¿La tonta sacrificada o la harta solitaria? ¡Pasen y vean! Son bienvenidos... enjoy the damned show

II
Crónica de mi eterna espera al despertar, de la vida de Lara, una humana en un gran momento de transición, que dice odiar a la humanidad pero se ve fascinada por cada aspecto de ellos: el cuerpo, la mente, el alma... la locura, la sexualidad, la inocencia, los límites...
Huida garantizada.

viernes, 26 de marzo de 2010

conciencia

Creo que debería perdonarme de una vez.
El momento de mi expiación parece ser inminente.

martes, 23 de marzo de 2010

¡Una catarsis de puta madre!


La verdad es que no tengo idea de por dónde empezar esto. Sólo sé que tengo una imperiosa necesidad de escribir, como casi siempre. Esta no es una semana común. Mis semanas siempre las percibo como extrañas, pero ésta se lleva el premio.
Creo que estoy empezando a ser libre. Sé que ése es un camino inacabable: es imposible llegar al estado perfecto de las cosas. Pero creo tener ya la base. Un acontecimiento me marcó y decidí alejarme de lo que me hiciera mal, decidí empezar a defenderme, decidí dejar de reprimirme, o al menos no hacerlo tanto. Ya me estaba matando.
Y bueno, quizás algunos que estén leyendo esto sepan a qué me estoy refiriendo. Personas que malinterpretaron la situación y me creen una asesina en potencia más de lo normal -porque creo que todos lo somos, en una circunstancia apropiada-. Con esto hago alusión a que se cree que soy capaz de matar a alguien en cualquier momento, y no es así.
Me pregunto acaso cómo se sienten cuando no perjudican a nadie con sus actos y esos nadie los perjudican. ¿Es justo? ¿Es justo que sencillamente por ser UNO MISMO mientras no se está lastimando a nadie, sea vapuleado, sea desprestigiado, no sea respetado?
Reaccionar a los estímulos del entorno es algo natural. No es normal, está bien, no es normal, porque el código de conducta instalado en la cultura de mi entorno no permite ese tipo de reacciones. Al menos la que yo tuve: la reacción colérica.
La cólera asusta, y genera miedo. No puedo negar que me resulta divertido muchas veces jugar con las emociones de la gente, pero no en el sentido al que uno está acostumbrado. Me gusta jugar con las emociones de la gente como una obra de arte lo hace, y no es por considerarme una obra de arte. Me gusta jugar con las emociones de la gente como me gusta que la gente juegue con mis emociones. Hay muchas maneras de hacerlo, como hizo alguien una vez llamando a un desconocido por teléfono y preguntándole si era feliz (la emoción de la sorpresa, de lo descabellado, de lo imprevisible, de lo rompe-rutina), o haciendo un chiste, o dando un beso. No sé. En general me gusta sorprender, y que me sorprendan. Ya ven, la monotonía me aburre.
Y me gustaría que la gente sienta miedo al leer un cuento de terror mío (que no escribo, pero en caso de que lo hiciera), porque una finalidad de una narración horrorífica es precisamente esa, la de conectar al lector con sus miedos. Pero otra cosa es que mi mera existencia genere miedo. Eso no es divertido, porque si bien al nacer no tuve una finalidad específica ni electa, nunca quise entrar a un lugar y suscitar temor. Siempre fui partidaria de la relación autoridad-respeto, y no de la de autoritarismo-miedo. Lo hecho por miedo no tiene valor. Si voy por la calle y un ladrón no se me acerca porque le doy miedo, bienvenido sea, porque lo que más me importa es precisamente eso (la distancia), aunque sea preferible siempre el respeto; pero que la gente de mi propio entorno no me moleste por miedo a que los mate no me agrada. Prefiero que me respeten. Quiero que me respeten.
Y vamos al caso. A nadie le gusta sentirse solo. Estar físicamente solo es agradable, pero de vez en cuando. Generalmente prefiero una buena compañía antes que la soledad. Pero mejor solo que mal acompañado, ¿no?
Y la gente se preguntaba si después de mi reacción estaba mejor. ¿Cómo no iba a estarlo, si salí de la jaula?
Pero para llegar a ese estado de bienestar y de inicios en el vuelo de la libertad, tuve que pasar por ese período colérico tras la represión y el mantenimiento del status quo. La impotencia que sentí fue impresionante. La sensación de ahogo, de represión. Y esta es una linda semana para hablar de represión. Creo que los sucesos de mi propia vida, junto a la película que volví a ver ("Dead Poets' Society"/"La Sociedad de los Poetas Muertos") en Literatura, me traen memorias de algo que no viví, de la última dictadura militar.
Porque por más que parezca exagerado, sino tenés una censura política, tenés una censura social. Es increíble, haber salido de tiempos inconstitucionales para entrar en una época donde tras una aparente libertad social cierto sector te condena y te prejuzga.
Hoy sentía que tenía prohibido abrir la boca. O mejor dicho, que si abría la boca y pronunciaba lo que sencillamente me salía, SI ERA AUTÉNTICA, un castigo venía. Ahora resulta que tengo que quitar palabras de mi vocabulario inferior al que debería tener, para reducirlo aun más. Ahora resulta que para ser aceptada tengo que reprimirme. Tengo que hablar diferente y expresar ideas diferentes. Genial.
Eso es pedir hipocresía. Eso es censurar.
Siempre me confundieron. Siempre tuve problemas por lo mismo. No es la primera vez que me censuran. Quizás debería haber aceptado las estúpidas veneraciones, las igualdades de la gente de "calificaciones" a "inteligencia". ¿Qué hubiera sido de mí si me hubiera creído todas las cosas que esta misma gente que hoy me vulnera de esta manera, qué hubiera sido de mí si hubiera entrado en sus juegos de competencia?
Y salir del encierro del colegio, mi único ambiente social por años, para conocer gente mayor que yo, con más experiencia, o quizás de mi edad, que me consideraba una estúpida... Maldito exitismo.
La defensa resulta ser más desubicada que la ofensa. Si ofendés, no sos un idiota, no sos un infeliz; pero si te defendés, son un polvorita. "Necesitás ir al psicólogo", como dicen tantos ignorantes de las situaciones por ahí. "Estás loco". ¡No! Sencillamente quiero respeto, ¿tanto pido?
Otra cosa: ¿por qué no es loco el que responde mal sin que le hayas hecho nada?, ¿por qué no es loco el que te pega sin razón alguna o se abusa de tu confianza?, ¿por qué no es loco el que te trata mal y se excusa diciendo que trata mal a todo el mundo?, ¿por qué no es loco el que te trata como quiere cuando quiere?, ¿por qué no es engreído el que vive alardeando de sus conocimientos, ¿por qué no es engreído el que publicita sus logros casi constantemente?...
No voy a matar a nadie. Y no le guardo resentimiento a la gente que no me perjudicó. Y a quienes sí lo hicieron, yo prefiero sentarme en el umbral de mi puerta y ver pasar sus cadáveres. La realidad es que me encantaría que esas personas que se reivindiquen, porque los más perjudicados de lo contrario serían ellos... creo que la vida se encarga de retribuir lo que uno dio. La vida te da la cosecha de lo que sembraste, generalmente, al menos particularmente a mí me devolvió el mal que hice y me devolverá el que todavía hago. Porque tengo conciencia, y ella jamás dejará de perseguirme.
No niego que soy una persona bastante reprimida y que cuando me desato, soy imprevisible y el flujo de ira no cesa en mi interior. O las ganas de achurar a alguien, si prefiere esa expresión aquél que se queje de mi manera de expresarme, por "complicada", "soberbia", "inentendible", "codificada" (claro, como si alguien tan estructurado en su vocabulario, tan rígido, fuera capaz de permitirse expresiones como las que yo utilizo, como "no entiendo un carajo", "cojer", "le hizo un pete" y muchas más). Algunos dicen que si en esa crisis hubiera tenido un arma, hubiera cometido una masacre. Y no tenía armas, pero tenía mi cuerpo con una fuerza casi nunca antes sentida gracias a esta ira que bullía en cada centímetro de mi cuerpo. Así que podría haber trompeado, rasguñado, mordido, y muchas más. Pero no lo hice. Antes de herir a alguien o herirme siguiendo con esa horrible represión, preferí irme. De igual modo, no me gusta agarrármelas con quien nada tiene que ver. Y quienes sí me han perjudicado con estas cuestiones antes descriptas, no salieron lastimados porque ... porque... sencillamente no es mi manera de proceder. Así que les cuento, no soy una Pantriste.
Pero confieso que siempre lo comprendí, porque siempre se jode al introvertido, al callado, al tranquilo, al que no se masifica, al que mantiene su identidad. Es la típica, burlarse de aquellas personas a las que les cuesta defenderse. Y sobretodo, es de COBARDE.-