But don't look back in anger... I heard you say.
En esa esquina de plena ciudad nos separamos los tres, luego de una noche que en apariencia sólo había sido joda, pero para mí mucho más, claro. Un sincericidio de enormes dimensiones, que no hubiera sido posible sin la reunión de ciertas condiciones... como vestigios de alcohol en mi sangre, un lindo balcón, un Sol con rayos penetrantes y, por supuesto, tres personas con las que me sentía muy cómoda.
Saludo a los dos, se reparten besos en la mejilla. Nos alejamos en tres direcciones muy diferentes: uno vuelve hacia atrás, otro camina hacia la izquierda y yo para la derecha (no es ninguna metáfora política, en ese caso creo que los tres vamos para el mismo lado, con algunas latitudes de diferencia quizás).
Me doy vuelta, quiero verlos mientras se alejan. Para mi sorpresa, descubro que ellos hacen lo mismo. Y alterno las direcciones de mi mirada...
Sí, fue un lindo momento. No es por exagerar, me sentí bien en serio.
Y entonces, cuando ya no podía alcanzar con mi vista (lentes de contacto mediante) a ninguno de ellos, avancé. Disfruté de la brisa, de la caminata, y me di cuenta de que esa madrugada me había modificado algo dentro, que ciertos sentimientos habían muerto y otros se estaban gestando. Había sido la noche que tanto necesitaba, había tenido la charla que tanto había esperado tener (ya sé que estoy abusando del Pretérito Pluscuamperfecto... ¿es ese?) y no había podido porque no estaban las condiciones necesarias, porque me sentía "comfortably numb", casi insensible de tanto reprimir, de tanto esconder.
Sentí que entendía que era momento de hacer algo con mi vida, de reordenar las piezas, de despejar el área de tantos escombros. ¿La manera? Aún la desconozco, no tuve ninguna revelación divina. Lo importante es que por fin, siento que obtuve las fuerzas suficientes, y el sitio para almacenarlas... y así llegar a realizar semejante tarea que me aqueja desde hace años, sacarme esta mochila tan pesada de una vez por todas.
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PALOMAS MENSAJERAS