Unos ojos de color indefinido con mirada perdida, sus cavidades profundas. Cejas difusas, una frente sudorosa. Una nariz que se ve imposibilitada de ingresar aire, unos labios secos con capilares que hace rato no se ven invadidos por el torrente sanguíneo suficiente para otorgarles coloración, un cuello tenso. Una cabellera rala, opaca y amorfa, una espalda contraída, vértebras desviadas. Un pecho conteniendo un corazón cuyos latidos se suceden tan rápidamente que pareciera que el órgano va a estallar. Una piel pálida, un abdomen hinchado. Un sistema digestivo bastante alterado. Un sistema reproductor disfuncional. Piernas que tiemblan, hormonas desequilibradas. Pies que anhelan moverse desesperadamente y sin rumbo conocido.
Brazos caídos, dedos frágiles y flexibles, como de plastilina. Un cerebro con sinapsis llenas de neurotransmisores, de ubicación equivocada.
Una chica insomne, descompuesta, abrumada, que mira a la vida con excitación, temor, anhelo. Una chica quizás hipocondríaca, pero descompuesta y con intríngulis mentales. Una chica con ganas de tomarse un tren a ninguna parte, una chica que cree necesitar escribir, o es lo único que atina a hacer. Una chica con ganas de desprenderse de su enésimo exoesqueleto.
¿Una chica perdida en el tiempo y espacio?
Una chica somnolienta.
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PALOMAS MENSAJERAS