Y sí. Cuando tenés que ir a un médico en Palermo a la mañana, corrés el riesgo de andar esnobeando todo el día. O casi. En fin, ése fue mi caso. Esnobear sin ser snob: en verdad, ¡traicionar al esnobismo! No fui en mi auto top -del cual carezco-: sí en colectivo y subte (ah, por cierto, comuníquenme si estoy equivocada al afirmar que la combinación del sonido del violín y el acordeón, y el ruido que hacen los trenes al circular por las vías subterráneas, proporciona un aire macabro al ambiente, o bien inquietante). Me acompañaba mi viejo, llegamos temprano, y nos dijimos "Vamos a tomar algo", pero claro, se supone que si vas al dentista tenés que tener los dientes limpios. Bueno, la solución era simple: como la más crota e improvisada, me compré un cepillo de dientes y una mini pasta dental. A nadie le interesan estos detalles absurdos, supongo, pero... le aportan idiotez al texto, me hacen sentir cómoda. Listo. Confitería amplia, arreglada, con vista al Puente Pacífico (che, tampoco se crean que estoy para despilfarrar guita, que conste en actas (?) que tampoco me fui a comer un pato a la naranja al Restaurant de San Burumbumbo de los Mares Top). Como los más tradicionales, salieron cafés con leche y medialunas. Y, por suerte, resultó arruinar todo acto de esnobismo mojando las medialunas en los cafés. Eso es egestarte en el entorno, qué bien se siente.
Segundo Capítulo: sacarse y ponerse los aparatos removibles. Ahí sí puede decirse que soy asquerosamente delicada, me dan repulsión muchas cosas, hasta mías. Pero bueno, después de años de usar aparatos, te acostumbrás. Y no pienso detallar este episodio porque entre que es embolante para todos y no aporta nada interesante al relato, es totalmente innecesario.
Tercer Capítulo: bien, a ésto quería llegar. A la cumbre snob de mi día (si se preguntan por qué repito esta palabra, por qué hago hincapié... no es precisamente para hacerme la snob -me justifico por el simple hecho de que conozco gente con pretensiones de llegar a esa instancia- si no gracias a una charla con mi compañera de banco y amiga en que yo mencionaba la exposición ArteBA y mi concurrencia del año pasado, y ella me trataba chistosamente de snob). Y, efectivamente, ésta es mi asistencia a la nueva edición de esta exposición. Aquí es donde comienza mi crítica y mis burlas hacia el ámbito snob y el famoso "Panem et Circum" ("Pan y Circo").
1) El Arte
Intentar definir al Arte es una aberración al Arte mismo. Pero, la verdad, vivo cometiendo aberraciones (pufff, qué exagerada). Y el Arte se compone de aberraciones. Así que convirtamos esta vez a éste en víctima de ellas.
Regresando a la memoria viejos conceptos y actualizándolos, podría decir hoy que el Arte es una manifestación estética de una emoción, sentimiento, pensamiento... Y con estética no me refiero a "linda", claramente, si no a que es posible darle características de belleza, fealdad, calidad. Creo que hay tres criterios básicos para evaluar una obra artística -la calidad de su técnica, el contexto y el significado- que funcionan para todas las ramas, las cuales actualmente se combinan formado entramados más que interesantes, y muchos despreciados por los artistas tradicionales apegados a las primeras formas: la Pintura, la Escultura, la Arquitectura, la Literatura, la Música, la Danza, el Teatro; y, a posteriori, la Fotografía y el Cine. Ahora bien, siendo el Cine, por ejemplo, una rama derivada de la evolución de la Fotografía (que a su vez ya tenía un antecedente en captación visual en la Pintura), el Teatro, la Música y el sonido en general, gracias a la aparición del celuloide y otros equipos, y aceptada como manifestación artística, ¿por qué no incorporar como ramas a otras actividades que surgieron también con las nuevas invenciones, como el diseño gráfico? ¿Y otras ya tradicionales, como la perfumería, la peluquería, la cosmética y la cocina -sí, la cocina-, que todavía no han sido contempladas oficialmente como ramas del Arte?
Volvamos, ahora sí, al tópico central: los criterios para criticar una obra artística.
a) La calidad de su técnica. Es la realización correcta de algo, el trabajo que posee una obra, lo agradable que resulta a los sentidos. Por ejemplo, en una pieza musical, la claridad de su sonido; en una pintura, la distribución de las pinceladas; en una obra arquitectónica, las proporciones... Según este criterio, podría decirse que la pieza es bella o no lo es.
b) El contexto. La aplicación que se le da a la obra, la función que cumple en un entorno. Hay obras que pueden tener calidad, estar bien realizadas, pero su belleza o fealdad varían considerablemente según la combinación que se le dé. Tal podría ser el caso del arte decorativo: un azulejo, un mural abstracto de colores...
c) El significado. Sin duda, el mensaje de la obra. No es sólo el que quiere dar el autor, si no también la interpretación del receptor.
Es preciso aunar estos criterios para analizar una obra en su totalidad. La relación calidad-contexto ya está descripta, pero ese no es el caso de la que une a la calidad con el significado. Posiblemente una obra sea de muy baja calidad, dé mala impresióna a los sentidos, pero sea el mensaje el que posee el real valor. Hay, incluso, obras cuya baja calidad fue intencional, para hacer hincapié en el significado.
Toda obra artística posee significado. Ya sea un cuadro excelentemente pintado y con figuras definidas o una serie de manchas que en lo explícito carezcan de sentido; e incluso la copia de una obra, la imitación -por algo elegimos esa obra, ¿verdad? algo queremos transmitir-. Es que el significado proviene de una situación que provocó la existencia de esa obra, de una causa. Sin embargo, creo que vale la pena hacer una aclaración: considero algunos significados más válidos que otros. ¿Por qué?
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