ASÍ FUI YO

RARA AVIS - Crónica de la evolución de la demencia de un ente que no quiere reconocerse como ser humano, ya que su misantropía y sentimiento de ser ajena a ellos la supera. ¿Quién saldrá victoriosa de esta tortuosa disputa por el control de la vida de la pobre joven? ¿La hipócrita que el mundo se merece o la sincera? ¿La tonta sacrificada o la harta solitaria? ¡Pasen y vean! Son bienvenidos... enjoy the damned show

II
Crónica de mi eterna espera al despertar, de la vida de Lara, una humana en un gran momento de transición, que dice odiar a la humanidad pero se ve fascinada por cada aspecto de ellos: el cuerpo, la mente, el alma... la locura, la sexualidad, la inocencia, los límites...
Huida garantizada.

lunes, 21 de septiembre de 2009

sucesos en la plaza I


¡Ahhhhhhhh! Qué cansancio que tengo esta noche. Sí, ya sé, para variar.


Fue un buen día. Bueno, en realidad no tanto, pero yo estuve de ánimos, me tomé las cosas bien. En estas últimas horas mi ánimo varió considerablemente y numerosas veces.

Y, a decir verdad, fue una semana rara. Sí, ya sé... para variar.

Últimamente la gente me habla. Pero no cualquier persona, o sí. Gente rara, gente que siempre me llamó la atención positiva o negativamente, por uno u otro motivo, o... niños.


Ayer fue un día definitivamente curioso.

Iba a encontrarme con él, al lugar de siempre. Una plaza. LA plaza. Nuestra plaza. Iba a sentarme en MI rinconcito, en el canterito ése. Pero previamente lo observé y... había muchas hojas. Con hormigas grandes sosteniéndolas... y no iba a matarlas ni dejar que se inmiscuyeran entre mis ropas.

Estaba deliberando sobre dónde sentarme cuando oí una vocecita. Digo vocecita por la edad de la criatura de la cual provenía, no por su tono, porque a pesar de que se notaba la niñez, transmitía una seguridad de la que yo carecía y carezco casi totalmente.

Cuando vi la fuente de la voz, me sorprendí. Era una niña de no más de nueve años, creo yo... incluso estoy dándole más edad, supongo. Se parecía a una actriz pequeña, de la película "Escuela de Rock", pero es probable que la remembranza haya surgido más de la actitud que de un parecido físico.

¡Qué voz tan segura! Una niña de menos de una década de vida llamando a una niña mutante que está encerrada en un cuerpo mutante que lleva casi dos décadas contaminando el planeta Tierra (bueno, está bien, me faltan todavía un par de años, y lo agradezco) para informarle acerca de "un club para vender limonada, pero que le faltaban limones, porque a nadie de su familia le gustaban, ni siquiera a ella"... y pedirle ayuda.

Desconcertante. Raro. Tenía ganas de pedirle un poco de su seguridad, de preguntarle cómo hacía para encarar a una chica "grande" (como veía yo a los años de ella a las chicas de mi edad). Esa pequeña niña, valga la redundancia, o no, de cola alta y vincha violeta, me había inspirado. De pronto me vi sola, con un montículo de lo que nosotros, los que ya pasamos por esa edad, llamaríamos "basura"... lo que para ella eran las herramientas para llevar a cabo, para erigir su puesto de limonada. Estaba esperando a que ella volviera de ayudar, por fin, a sus ayudantas -valga la redundancia nuevamente-.
Sí. Es que la vi dando órdenes a una pequeña niña rubia, de tez bronce y ojos color caramelo, y a una niña de cabellos castaños, piel morena y ojos oscuros, y me planteé la omnipotente , retorcida y fantástica (en todo sentido) hipótesis de que en un futuro quizás esta niña, dado su poder de convocatoria y aparente sensación de superioridad, se transformara en una tirana comandante de un grupo de asquerosas populares sin personalidad, y de que yo, al invitarla a ayudar a las niñas, estuviera salvando a esas posibles futuras muchachas seguidoras de ella, y a otras sometidas por ella.
En un momento levantaron una caja de cigarrillos, y las miré fijamente y les dije: "Nunca fumen". La realidad es que sé que el consumo adictivo de éstos hace mal, que contienen nicotina y alquitrán, pero tampoco me estoy alejando de las personas porque fuman.
Les pregunté sus nombres. No sé por qué, pero me resultaba preciso conocer los nombres de mis pequeñas musas. Recuerdo claramente los de dos de ellas, pero la otra habló en voz muy bajita. M, la comandante, me desconcertó en el momento en que dijo, como si estuviera pronunciando un discurso: "Ay, esto de hablar da calor". Dato colgado: las tres niñas hablaban en ¿neutro?, diciendo cosas como "Guácaleee", producto probablemente de mirar los Backyardigans y etcéteras.
Por otra parte, M también me dijo que no había que tirar las cosas en el suelo, que estaba mal, con lo que estaba completamente de acuerdo -incluso le manifesté mi agrado ante su conciencia, consciente o inconsciente, de ello-. Sin embargo, cuando las tres pequeñas arrancaban hojas de un árbol al que le tengo un cariño particular, les dije que no me agradaba, que no había que destruir la Naturaleza...
Me sorprendió también cómo se organizaban, pero vi cierto desgano en las caras de las otras dos niñas, que estaban subordinadas a M, por lo que intervine diciendo a las tres que cuando se organiza algo, se tiene que tener en cuenta que todos estén de acuerdo en hacerlo, o al menos, que haya diálogo, que se consideren todas las opiniones.
Las niñas miraron atónitas, y las noté pensativas... afortunadamente. No sé si me entendieron, pero al menos pensaban... y eso no era poca cosa.
M me contaba que el proyecto de la limonada había sido su idea.
Y en un momento, no recuerdo qué encontraron, que me llevó a tirarles una idea, ante la cual se mostraron entusiasmadas y M entonces preguntó:

¿Quién está conmigo?

Y las otras dos chicas, esta vez con más ganas, le mostraron su compañía mediante un gesto con una de sus manos. Las apilaron una sobre la de la otra, cuando M me miró fijamente y me preguntó:

¿Y vos?

"Sí, yo también, claro"

"¡Entonces poné la mano!"


Y la escena fue extraña. Yo con una mano sobre la de las niñas. ¿La madrina de un proyecto totalmente utópico? Jajajaja... es más común de lo que creo, supongo.

Y mientras las esperaba con botellas, tapas, sorbetes sucios -ya les había dicho que eso podía servirles, pero que primero tenían que lavarlo-, ramas y hojas, él llegó. Ellas ya sabían que yo estaba esperando a alguien, entonces les comuniqué que él era a quien yo estaba esperando. Una le dijo algo a otra: no atiné a deducir qué, pero probablemente estuviera asombrada. Él notó la rareza de la situación y les advirtió que no era tan malo como parecía.

Comencé mi despedida. Cuando les dije que me iba, M preguntó en voz alta quién organizaría ahora que yo me había ido, y le comuniqué sobre sus habilidades para organizar, y les (al ver su cara decepcionada diciendo que habían hecho mucho trabajo durante ese día como para tirarlo todo por la borda) reavivé el entusiasmo con la idea de que hoy era el Día de la Primavera y que podrían montar hoy el pequeño negocio.


Le di un beso en la mejilla a cada una, y me retiré aún aturdida, hablando con él, contándole lo raro que se había sentido.

Me habían contado que frecuentaban esa plaza.

Ahora me pregunto qué habrá sido de sus ilusiones. Me pregunto si las volveré a ver, me pregunto qué será de sus futuros, y me pregunto, también, si alguna vez verán este escrito... si se acordarán, aunque sea levemente, de mí alguna vez... si sus "imaginaciones" serán capaces de plantearse todo lo que me hicieron pensar...

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