ASÍ FUI YO

RARA AVIS - Crónica de la evolución de la demencia de un ente que no quiere reconocerse como ser humano, ya que su misantropía y sentimiento de ser ajena a ellos la supera. ¿Quién saldrá victoriosa de esta tortuosa disputa por el control de la vida de la pobre joven? ¿La hipócrita que el mundo se merece o la sincera? ¿La tonta sacrificada o la harta solitaria? ¡Pasen y vean! Son bienvenidos... enjoy the damned show

II
Crónica de mi eterna espera al despertar, de la vida de Lara, una humana en un gran momento de transición, que dice odiar a la humanidad pero se ve fascinada por cada aspecto de ellos: el cuerpo, la mente, el alma... la locura, la sexualidad, la inocencia, los límites...
Huida garantizada.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

surrealismo


Buenos atardeceres. Hacía meses que no escribía, por motivos tales como la ausencia de inspiración. Pero claro, seguía teniendo sentimientos pugnando por aliviar el peso de mi corazón, y así fue como encontré otro medio, tan hermoso como la escritura: el dibujo. Vagas y humildes interpretaciones de imágenes ajenas fueron trazadas por mis lápices, revelando así otra porción de mí.
Y aquí estoy, en un café, sola, al cual jamás había concurrido. Desconozco el motivo concreto de mi cuasi-relato, pero siempre nos quedan las benditas hipótesis (y malditas), que producen las mentes para responder a triviales o profundas inquietudes. La realidad -o mi percepción de mis percepciones- es que estoy inútilmente abrumada de emociones... pero, ¡oh!, éste es un tema muy recurrente en mis escritos.

Ya se retiró el hombre de la campera de cuero que leía el periódico italiano. Mi café está apenas recién comenzado y miro a la gente pasar por esta transitada avenida. Y me distraje mirando el televisor por un momento, probablemente para romper la burda monotonía de este texto: estaban publicitando al humorista del que suelo ver sus programas.
Cada tanto me miro en el espejo, en el cual sólo puedo ver mi ojo izquierdo. Tengo cuatro libros aquí mismo: un posible regalo, un regalo suplente que quizás quede para mí y dos textos teatrales del mismo autor, que poseo desde hace años y recién lo estoy leyendo, y otras dos obras dramáticas que compré para el colegio (debía leer una de ellas). Pienso entonces en todo el dinero gastado, en el cielo nocturno, en lo deslumbrada que me sentía al mirar los libros, películas, revistas, videojuegos y cartas que ofrecían los puestos del parque.
Qué minimizada me sentí al pasar las páginas de los libros, al oír las historias de ciertas personas mientras mi vista recorría el panorama, al dirigirla hacia el firmamento, al recordar una y otra vez la inmensidad de la obra humana y de la cósmica.

(Retorno del hombre de campera de cuero)

Qué ignorante, qué absurda, qué vieja, qué joven, qué enamorada, qué helada... qué apasionada.

¿Cuál es la mayor satisfacción? ¿Tener conocimiento de la escasez de éste o creer en que lo poseemos en abundancia? ¿Entender todo o dejarse deslumbrar por lo desconocido?

¿Qué hace el artista? Sentada a las casi diez de una mañana lluviosa, acaso me lo preguntaba, quizás producto del asqueroso ocio de la espera a que abriera el Banco Provincia y pagar el sellado de mi D.N.I. ¿Es rasgo común del artista y del científico la observación? ¿Debe el artista captar la realidad, incluso la suya, y reflejar esa observación, o, al contrario, plasmar únicamente su incomprensible interior?

Desconozco. Ahora sólo "sé" algunas cosas:

- Hay una mini-lámina cubista en la columna;
- soy una incoherente;
- una inconsciente;
- una niña mimada por mi realidad económica;
- una ciega;
- me gusta caminar haciendo zig-zag por las calles;
- me expreso muy mal y hay potus colgando.


Verde.


Me voy a terminar el café. Tengo una manía con los números impares y la geometría.
Qué surrealismo barato: el látigo de la arveja soberbia.
Cuando en unos años lea esto, voy a decir: "Qué idiota".


Bueno... ya lo digo.



La fotografía me la tomó una amiga, a quien definitivamente le eché el ojo para este arte tan hermoso.

El escrito es del Viernes 4 de Septiembre, me encontraba en un barrio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

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